jueves, 11 de diciembre de 2014

Diferentes escenas, una misma realidad

              Escribe: Pedro N. Castañeda  Pardo

               Hace unas semanas estuve en Pirca, capital del distrito de Atavillos Alto. Por cierto, tiene una Plaza de Armas extraordinaria, llena de flores y verdor. Desde dicho lugar pude apreciar cómo de manera irresponsable se quemaba la ladera que corresponde a la Comunidad de Viscas,  jurisdicción del distrito de Pacaraos. Desde mi ubicación, distante a unos tres kilómetros en línea recta, atravesando el espacio azul pude fotografiar esa escena que, sin duda, me espantó.  Eran a las once de la mañana, para ser más exacto. En esa plaza no había más personas que mis acompañantes, que éramos cuatro en total. No podíamos dejar de enojarnos al notar cómo los viejos y nóveles arbustos naturales se iban consumiendo y, de paso, seguramente achicharrando los pequeños animales que conforman la milenaria fauna de dicho lugar.  De seguir así, en unas décadas estos espacios serán cerros desérticos provocados por la acción del hombre en menoscabo del mismo hombre.
               Seguidamente, giré unos ciento ochenta grados y con mi cámara pude registrar otra escena similar, pero ya consumada. Las huellas de un incendio en el cerro que colinda con los restos arqueológicos de Rancocha, dejaba como evidencia piedras negruzcas, alertando que  no hacía mucho, había sido víctima de un atroz incendio. Se notaba que las llamas habían llegado a quemar las achupallas que adornan, de manera natural, dicho recinto arqueológico; por cierto, patrimonio y orgullo de los pirqueños. No alcanzo a imaginar la cantidad de humo que seguramente emanó dicha acción que perjudica y puso en riesgo nuestro patrimonio cultural.
            Ya no sentía enojo, sino consternación. En pocos minutos, mi estado emocional se había trastocado.  Si pues, no era para menos. Recordé a mis padres, a mis abuelos y me dije, si lograra realizar una prueba de ADN a los huesos de los antepasados que se encuentran en Rancocha, seguro que encontraría muchos que me corresponden.
             Entonces, a pesar de los días, con este sentimiento encontrado de enojo y tristeza, invoco a las autoridades que fomenten la cultura, la protección del medio ambiente con acciones concretas. A los profesores que expliquen a los estudiantes, que situaciones como estas contribuyen a debilitar la flora y la fauna de nuestros pueblos. Es más, estamos contribuyendo al deterioro de nuestro planeta. Las fotografías que adjunto al presente artículo son las muestras de lo que sostengo.
           Finalmente, si cambiamos de actitud, no será necesario llevar a cabo reuniones de café para hablar del calentamiento global.


 Vista tomada desde Pirca. Territorio de Viscas. Foto: Pedro Castañeda Pardo
Cerro Rancocha. Territorio de Pirca. Foto: Pedro Castañeda Pardo.
 Cullpi atavillano en el cerro Rancocha, hasta donde se evidencia que llegó el fuego. Foto: Pedro Castañeda Pardo                                                                              
   .