Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo
Poco o casi nada se ha dicho sobre la presencia de Los Atavillos en este
valle. Hace unos años publiqué un libro titulado “Conociendo la Provincia
de Huaral”. En parte de dicho documento abordé algunos aspectos de Los
Atavillos, otrora grupo humano que habitó la zona andina de lo que hoy es,
Canta y Huaral.
En la actualidad, los herederos de esta fenomenal cultura se encuentran diseminados en las
comunidades campesinas del valle de Huaral.
Sin embargo, poco se ha dicho de Chíprak, pueblo
pre inca de enorme valor histórico para nuestro valle. Chíprak es un
pueblo pre inca, cuyo apogeo se habría dado entre los años 900 a 1476, según la
cronología planteada por John
Howland Rowe. Está ubicado a unos 3, 500 m.s.n.m., en los terrenos de la
Comunidad Campesina de San Juan de Uchucuánico.
Sin duda, Chiprak es uno de los restos arqueológicos más
grandes de los Atavillos. Su extensión y evidencias arquitectónicas dan la
certeza de que tuvo una población bastante numerosa y que habría sido el centro
de dominio de todo este valle.
En varios de mis recorridos por estos pueblos pre incas del valle de
Huaral, he podido observar la similitud de sus construcciones en base a piedras
finamente talladas con barro. Esta característica hace de Los Atavillos
los mejores constructores, pues muchas de sus edificaciones están elegantemente
acabadas; es más, otras están ubicadas en zonas inaccesibles, pero ellos
supieron vencer a la naturaleza.
Hasta ahora no había encontrado la cantera de las piedras talladas. Pero
en Chíprak me he topado con una enorme piedra de donde, los atavillanos de
Chíprak, tallaban bloques de diversas medidas, los mismos que les servían
para construir sus viviendas. Entonces, ahí radica el éxito de las
construcciones atavillanas. Por eso, a pesar de haber transcurrido más de
mil años, todavía siguen en pie sus Kullpis y chullpas. Aunque estas hermosas
fortalezas se están derrumbando por la acción del tiempo y a veces por la
indiferencia del hombre. Hoy más que nunca merecen una atención
preferencial para su conservación y restauración.
Al recorrer Chiprak uno se encuentra con enormes fortalezas de piedra,
plazuelas y hasta con la presencia del Qhantu (flor de la cantuta), planta que a pesar
de los años transcurridos, todavía están vigentes como en los mejores tiempos de Los Atavillos.
Al escribir el presente artículo, lo hago con el orgullo de haber nacido
en esa zona rica en cultura y tradición. Los Atavillos, sangre guerrera y
trabajadora. Abre sin miedo sus brazos al foráneo. De ahora en adelante será un
reto conocer la capital de Los Atavillos.
Al recorrer este valle y al contemplar los numerosos pueblos pre incas,
como el de Chíprak, me permito decir: Huaral
es la capital de la arquitectura pre inca. Suficiente motivo para sentirnos
orgullosos los que somos de esta generosa provincia.