Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo
Hace unas semanas estuve en Pirca, capital del distrito de Atavillos
Alto. Por cierto, tiene una Plaza de Armas extraordinaria, llena de flores y
verdor. Desde dicho lugar pude apreciar cómo de manera irresponsable se quemaba
la ladera que corresponde a la Comunidad de Viscas, jurisdicción del distrito de Pacaraos. Desde mi
ubicación, distante a unos tres kilómetros en línea recta, atravesando el
espacio azul pude fotografiar esa
escena que, sin duda, me espantó. Eran a
las once de la mañana, para ser más exacto. En esa plaza no había más personas que
mis acompañantes, que éramos cuatro en total. No podíamos dejar de enojarnos al
notar cómo los viejos y nóveles arbustos naturales se iban
consumiendo y, de paso, seguramente achicharrando los pequeños animales que
conforman la milenaria fauna de dicho lugar. De seguir así, en unas décadas estos espacios serán
cerros desérticos provocados por la acción del hombre en menoscabo del mismo
hombre.
Seguidamente, giré unos ciento ochenta grados y con mi cámara pude
registrar otra escena similar, pero ya consumada. Las huellas de un incendio en
el cerro que colinda con los restos arqueológicos de Rancocha, dejaba como evidencia
piedras negruzcas, alertando que no hacía
mucho, había sido víctima de un atroz incendio. Se notaba que las llamas habían
llegado a quemar las achupallas que adornan, de manera natural, dicho recinto
arqueológico; por cierto, patrimonio y orgullo de los pirqueños. No alcanzo a
imaginar la cantidad de humo que seguramente emanó dicha acción que perjudica y
puso en riesgo nuestro patrimonio cultural.
Ya no sentía enojo, sino consternación. En pocos minutos, mi estado
emocional se había trastocado. Si pues, no
era para menos. Recordé a mis padres, a mis abuelos y me dije, si lograra realizar
una prueba de ADN a los huesos de los antepasados que se encuentran en
Rancocha, seguro que encontraría muchos que me corresponden.
Entonces, a pesar de los días,
con este sentimiento encontrado de enojo y tristeza, invoco a las autoridades
que fomenten la cultura, la protección del medio ambiente con acciones
concretas. A los profesores que expliquen a los estudiantes, que situaciones
como estas contribuyen a debilitar la flora y la fauna de nuestros pueblos. Es
más, estamos contribuyendo al deterioro de nuestro planeta. Las fotografías que
adjunto al presente artículo son las muestras de lo que sostengo.
Finalmente, si cambiamos de actitud, no será necesario llevar a cabo reuniones
de café para hablar del calentamiento global.
Cullpi atavillano en el cerro Rancocha, hasta donde se evidencia que llegó el fuego. Foto: Pedro Castañeda Pardo
.
Vista tomada desde Pirca. Territorio de Viscas. Foto: Pedro Castañeda Pardo
Cerro Rancocha. Territorio de Pirca. Foto: Pedro Castañeda Pardo. |