Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo
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Parte de los terrenos de cultivo en Mokón, donde se aprecia plantaciones de palta y algunas viviendas dispersas. Foto: PNCP 29-11-2020. |
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Terrenos de cultivo en Mokón. Foto: PNCP 29-11-2020. |
Desde el lugar donde me encontraba, acurrucado y cubriéndome con una
manta de plástico pude, entre las gotas de lluvia, contemplar el maizal de
Mokón. Entonces, empapado de lluvia, en ese atardecer de mis recuerdos
escuchando el silbido de las perdices me reencontré con mi pasado y empecé a mirar
el futuro con optimismo.
En efecto, la historia se encarga de escribir nuestros pasos. La
sociedad, de manera permanente, está evolucionando y, en este devenir histórico,
no solamente está cambiando la ciencia, la tecnología, el
conocimiento; sino también, se presenta una permuta social permanente en
nuestras formas de relacionarnos en nuevos espacios en armonía con las normas
de siempre, para una adecuada convivencia.
El comercio ha ido tomando otros rumbos, la producción para el
autoconsumo, en ciertos lugares de nuestra patria, está siendo superada por la
perspectiva de incursionar en nuevos mercados. Estos cambios son imprevisibles.
Mokón desde tiempos remotos, fue muy apetecida para el cultivo del maíz.
Hoy, se perfila para el cultivo de frutales como: melocotón, paltas y manzanas.
Este espacio maravilloso siempre ha sido el orgullo y la despensa de la
Comunidad Campesina “San Pedro de Pirca”. Se ubica en una franja que
oscila entre los 2,645 y 2,900 msnm., aproximadamente, con un clima cálido y
presencia del sol casi todo el año, con espacios de unas 9 a 10 horas diarias.
Ahora bien. Desde hace unos años los comuneros de Pirca, con el ánimo de mejorar la agricultura, ayudados por el
colectivismo laboral construyeron una represa y el canal de regadío que lleva
aguas del río Chilamayo, partiendo de Conanhuaylán para luego de cruzar las
laderas de Tará, Culebra Pata y Laylá llegar a Mokón.
Al respecto, se puede evidenciar que en Mokón se está dando un ligero
cambio, con mayor auge desde el 2015 a la fecha. Muchos comuneros vienen
realizando plantaciones de paltas, melocotones y manzanas, aunque todavía se
resiste el cultivo del maíz. Pero, esto no queda ahí, con el afán de darle una
mejor perspectiva a la nueva agricultura y gozar de su clima agradable, los
pobladores están edificando sus viviendas a base de material rústico y noble. Podría
decirse, una especie de casa huerta. Esto
se ha intensificado en el presente año.
Si tomamos en cuenta este crecimiento vertiginoso, se podría decir que
se está gestando las primeras semillas para el surgimiento de un nuevo pueblo
disperso, que sería una réplica de lo ocurrido en Atavillos Bajo donde la
Florida es consecuencia de Pampas y La Perla de Chaupis, y lo más cercano, está
Riguán que pertenece a Pásak donde ya existen las primeras manifestaciones de estos
cambios sociales y culturales.
Sin embargo, la historia exige que tengamos un lugar común para enseñar a las futuras generaciones que provenimos de los viejos ayllus, organización
primigenia, símbolo de unidad.
Recorro con frecuencia la provincia de Huaral y muchas aledañas y, todo
nos indica, que en Mokón se están sentando las bases de un nuevo grupo social
al cual la historia lo bautizará, quizás, como pueblo, anexo, centro poblado,
caserío. Sin embargo, esto nos hace pensar que debemos tener espacios en común.
Es decir, para toda la población de Pirca. Todos tienen su terreno y ahí están construyendo
sus casas. Eso está muy bien, pero debemos tener un espacio común, por ejemplo
donde reunirse. Quizás, de acá unos diez años, estemos reclamando lo que hoy
podemos planear.
Por lo tanto, si proyectamos este crecimiento en Mokón, acudiendo a
nuestras viejas tradiciones de pueblo comunitario, es necesario diseñar y destinar un espacio en común, donde
los nuevos moradores puedan reunirse, por ejemplo: para tratar situaciones de
riego, cercos de parcelas, seguridad ciudadana, celebraciones religiosas, etc.
Por lo que, se hace necesario contar con espacios destinados para un local
comunal, puesto de salud, escuela, capilla y una pequeña plazuela. Por ahora,
quizás no se note esas necesidades, pero el tiempo nos irá poniendo en agenda.
Por lo que he visto, hay dos pequeños espacios que podría muy bien
asumir el rol de común a todos los pirqueños: la Colca de Santa María (al que
considero sagrado por su rol histórico) o Tira. Quizás, muchos no lo sepan,
pero los abuelos nos contaban que sus antepasados y siendo ellos, aún niños, en
la Colca de Santa María guardaban la producción del maíz de Mokón. Éste espacio
debe ser considerado intangible, pues existen pircas que debemos proteger.
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Tira, lugar de ingreso a Mokón subiendo de Riguán. Espacio lleno de rocas y plantas de Mito donde podría adecuarse para espacios comunes. Foto: PNCP. 29-11-2020. |
Sin embargo, me permito sugerir el lugar de TIRA, debajo de la carretera, antes de la entrada a Puranqui, entre el conjunto de rocas que permanecen rodeadas de las plantaciones del milenario Mito. Justo, donde hace unos 40 años, en época de rastrojo, era la vaquería o jato de la señora Catalina Pardo García que, por cierto, era mi madre.
Seguramente, algunos no le darán importancia a la presente propuesta;
pero, el tiempo juzgará nuestras decisiones. Los cambios se están dando de
manera vertiginosa y eso no se puede frenar. Lo importante es planificar para
que, con el tiempo, las nuevas generaciones puedan ver que fuimos gente
visionaria y que supimos adecuarnos a los cambios que la historia nos
reclamaba. Por supuesto, esto no significa dejar de lado a nuestro pueblo
primigenio de Pirca, sino que Mokón pasaría a convertirse en su anexo como lo
he explicado en párrafos anteriores.
Hablar de Mokón es evocar y encontrarnos con nuestro pasado lejano y cercano. Es escuchar las tiernas melodías de un huayno para bailar tomados de la mano como hermanos, porque este lugar es, ha sido y será nuestra despensa del maíz, grano generoso que nos hizo y hace disfrutar de la rica cancha, la chicha, el mote, la mazamorra de cal, el bollo, el tamal, humita, y otros potajes preparados por el ingenio de nuestras madres pirqueñas.
Tenemos que seguir conservando nuestro espíritu colectivista y comunitario como en los viejos ayllus y que hoy, vuelven a resurgir buscando, quizás, otras alternativas en la agricultura. Pero sobre todas las cosas, teniendo espacios en común que fortalezca la unidad de todos.
En fecha próxima, haré llegar esta humilde propuesta a mi tierra, la
Comunidad Campesina “San Pedro de Pirca”, presionado, quizás, por el peso de la
historia que va regando sus líneas en cada paso que damos.
Luego de esta reflexión, cuando la noche ya se iba pronunciando y la
lluvia seguía lavando la carretera, me despedí de Mokón.
PNCP. 29/11/2020
Muy interesante tu opinión Pedro, se debe tomar en cuenta para las futuras generaciones.
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